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TRATADO DE LIBRE COMERCIO ENTRE EE.UU Y EUROPA

En junio de 2013, y a espaldas de la población europea, comenzaron las negociaciones entre los representantes del gobierno de EE.UU y la Comisión europea.

¿Por qué ahora? Porque las economías, tanto de Estados Unidos como de Europa, se ven relegadas a un segundo plano tras el auge y desarrollo de las de China, India, Sudáfrica y Brasil, todo ello acelerado por la metedura de pata de Washington en Ucrania, que ha favorecido el tratado entre Rusia y China.

Las potencias económicas occidentales se alían para llevar a cabo una guerra comercial con características neoliberales que conllevará altos costes en derechos laborales, de seguridad alimenticia y ecológicos, con el único objetivo de beneficiar los intereses de sus multinacionales.(Esto ya ha sido ensayado en países sudamericanos como México o Costa Rica cuyas desastrosas consecuencias han dejado secuelas en sus economías, industrias, agricultura y ganadería)

Su punto principal será: “la protección de las inversiones”. Esto significará la incorporación de mecanismos antidemocráticos aceptados por ambos, de tal manera, que cuando una empresa multinacional no obtenga los beneficios que se ha marcado con sus inversiones, podrá denunciar al Estado en tribunales privados como los Tribunales Internacionales de Arbitraje, a menudo compuestos por abogados de las mismas empresas. Con este mecanismo será fácil obtener una sentencia favorable y la correspondiente indemnización, eliminando de un plumazo la soberanía nacional.

El Tratado afectará a las relaciones laborales de los países implicados, y en mayor medida, a aquellos que gocen actualmente de una mayor protección en derechos, porque las negociaciones no van a hacer que EE.UU suba sus estándares; por lo que el resultado más lógico va a ser que la Unión Europea baje los suyos. Esto implicará una Europa de mínimos, o peor aún, al mismo nivel que los trabajadores norteamericanos. Para hacernos una idea, los EE.UU no tienen ratificados seis de las ocho normas fundamentales de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), incluidas la libertad sindical y el derecho a la negociación colectiva. Por poner un ejemplo: no hay derecho al trabajo; no se reconocen como derecho las vacaciones, y los contratos se realizan entre el trabajador y la empresa en un claro desequilibrio de fuerzas.

En lo relativo al medioambiente, el Tratado eliminará los controles sobre explotación de recursos y los estudios de impacto medioambiental con lo que el desastre está servido. Ya se está viendo en el desarrollo de los métodos de “Fracking” para obtener gas y petróleo del subsuelo.

La salud de los ciudadanos sufrirá un ataque sin precedentes en Europa al permitirse el libre etiquetado donde las empresas no estarán obligadas a indicar su total composición tratamientos o procedencia. Seremos por tanto, a tenor de la aplicación del Tratado, el destino de los productos transgénicos y químicos mediante la alimentación. Un ejemplo: Europa tiene prohibidas, 1300 sustancias y productos químicos; EE.UU solo 11.

Afectará también a nuestra salud la imposición de la industria farmacéutica de los derechos de propiedad intelectual sobre medicamentos, lo que hará muy difícil el acceso a ciertos tratamientos como el SIDA a una parte importante de la población.

En lo relativo a la Libre Circulación de Ideas, el Tratado impondrá los derechos de propiedad intelectual, dificultando cualquier desarrollo individual o colectivo. Esto supone en la práctica la privatización de la inteligencia. El caso más actual y peligroso es el control de internet.

No hay más que descargar un programa para darnos cuenta de que las condiciones del contrato te convierte en un esclavo de la empresa, donde el usuario carece de todo derecho pero sí de todas las obligaciones, y en caso de reclamar te toca desplazarte a los Tribunales de EE.UU. ¡ Por cierto, dejamos de ser usuarios para ser clientes, como ya nos denomina, la Empresa Municipal de Transporte de Madrid!.

La industria cinematográfica, de espectáculos, y en definitiva, todo lo relativo a cultura se enlatará y llevará el marchamo made in USA con ese “gracejo” que tienen para cambiar el sentido de la Historia.

Si descargas de internet, serás pirata y tratado como un delincuente, pero si ellos recogen información de lo que haces o inventas en tu ordenador será para ofrecerte un mejor servicio.

¿Qué sectores se verán especialmente afectados? En primer lugar todos las empresas y entidades públicas que podrán ser compradas y gestionadas por accionariado privado, a precio de saldo, primando la rentabilidad económica sobre el interés social y público. En este caso, si en un momento dado, tras unas elecciones democráticas, la ideología de un nuevo Gobierno quisiera rescatar la empresa pública de la gestión privada, los inversores (las multinacionales) meterían al Estado en un litigio ante los ya mencionados Tribunales Internacionales de Arbitraje, obligándole a pagar cuantiosas indemnizaciones, con ello, la voluntad democrática y popular que se hubiera manifestado en las urnas, estaría siempre subyugada a los intereses de los inversores. Cuando decimos empresa pública nos referimos a cualquiera, tanto de sanidad, educación, transporte, correos, de energía, e incluso de seguridad. No se excluye ni la policía ni el ejército. Últimamente hemos podido comprobar que el ministerio del Interior ha querido igualar competencias de la policía, con empresas de seguridad privadas. En las cárceles y en los cuarteles del ejército, el control de acceso lo realiza o podrán hacerlo estas empresas. Es más, los EE.UU ha utilizado empresas privadas como Blackwater en conflictos bélicos en sustitución de militares del ejército regular.

Pero no solo se verán afectados los servicio públicos, las pequeñas empresas no podrán resistir la competencia desleal que imponga el Tratado. Las más afectadas serán las que tengan que ver con la agricultura y la ganadería. Decir, que una explotación ganadera media de EE.UU, es ocho veces mayor que una europea ¿quién se comerá a quién?.

Para terminar, tres datos significativos:

-El 80% de los beneficios que esperan obtener las grandes multinacionales con el Tratado, dependerán de la eliminación de los reglamentos.

-La principal condición “sine qua non” que exigen las corporaciones, es rebajar los estándares que regulan la comercialización de bienes y servicios dentro de la Unión Europea

-Para que este Tratado sea aprobado estan trabajando en las instituciones europeas, nada menos, que 30.000 lobbistas a sueldo de las multinacionales.